
COLUMNISTAS
MEJOR HACER QUE BUSCAR LA PERFECCIÓN
POR MACARENA VENEGAS TASSARA
29 de mayo de 2025
Esta frase ampliamente escuchada y expresada de distintas maneras, como “lo perfecto es enemigo de lo bueno”, es una reflexión esencial cuando nos referimos al quehacer de las mujeres.
Socioculturalmente, las mujeres sabemos que hay espacios, cargos y posiciones que han estado y, que aún hoy, están reservados principalmente a los hombres, razón por la cual cuando nos desafiamos a entrar a esos espacios, que creemos no merecidos, nos esforzamos por ser las mejores.
Me he encontrado a lo largo de mi vida laboral, la cual ha sido bastante diversa, con mujeres luchando de manera permanente, con rigor, sobre preparación y perfeccionismo, para conquistar ciertos ámbitos en un mundo donde nada de lo que hacemos pareciera suficiente.
He sido testigo en innumerables oportunidades de situaciones en que las mujeres se esfuerzan estudiando en la universidad, por ejemplo, para un examen sea de pregrado o postgrado, y más allá de quedarnos en la lógica competitiva sobre si estudiaron más o menos que un hombre, es importante analizar el tema de la autopercepción respecto de la preparación y seguridad para rendir. Las mujeres, en general, al salir del examen comentan que: “lo podría haber hecho mejor”, “faltó una reflexión adicional”, “se me olvidó citar a un autor”, etc. Mientras que los hombres, en general, declaran haberlo hecho excelente y que seguro se sacarán la mejor nota de la clase.
El tema de la percepción sobre las capacidades es un tema sociocultural muy arraigado, que se inicia en la educación familiar y que luego se proyecta fuera de ella. La pregunta es ¿de qué somos capaces o no las mujeres? Muchas veces nos educan con convicciones o creencias limitantes que nos hacen comportarnos de una manera sobre exigente porque subestimamos constantemente nuestras capacidades.
Si uno le pregunta a un grupo de hombres y a un grupo de mujeres el promedio de notas, que es un tema completamente objetivo, es muy probable que los hombres se equivoquen sobre estimando y las mujeres se equivoquen subestimando.
Esta situación, luego se ve reflejada en el mundo laboral. Entre las personas que ingresan a un trabajo después de la universidad, se observa que los hombres son mucho más proclives a negociar su primer salario, expresando su seguridad y preparación, mientras que las mujeres no negocian, sino que generalmente aceptan las condiciones dadas como un contrato de adhesión.
Asimismo, los hombres usualmente se atribuyen el éxito a sí mismos, no así las mujeres que lo atribuyen a factores externos. El hombre, aun cuando no lo haya probado con amplios estudios ni con un gran desempeño, cree que es sumamente capaz. Sin embargo, si uno le pregunta lo mismo a una mujer dirá que trabajó y se esforzó mucho, que alguien le dio una mano o que tuvo suerte simplemente.
Este tema es muy importante porque nadie puede ser contratado o ascender en su trabajo, si no tiene una percepción de sí mismo que reconozca sus capacidades y preparación suficiente. Por eso, es importante aprender a reconocer los logros personales y pensar que uno merece el éxito.
Esta actitud positiva de creer en nosotras, de sentirnos suficientemente preparadas porque responsablemente lo estamos, sin tener que hacer el doble del esfuerzo que los hombres, nos dará la seguridad para negociar las condiciones para entrar y ascender en un trabajo, y de esa forma ser dueñas de nuestro propio éxito.
En otras palabras, nuestro desafío es aprender a confiar en nosotras mismas, a pesar de la educación y los factores socioculturales que cohabitamos, y aceptar que la perfección no existe y que los errores son parte del proceso.