
COLUMNISTAS
LA FUERZA DE CONTENER
POR MARÍA JOSÉ PRIETO
21 de agosto de 2025
Las mujeres estamos profundamente conectadas con la Tierra, no solo de forma simbólica, sino desde un lugar real, visceral y espiritual. Así como la Tierra es fértil, cíclica y dadora de vida, también lo es nuestro cuerpo. Desde el útero nutrimos, sostenemos y damos vida. Traemos hijos al mundo, pero también cultivamos comunidad, restauramos ecosistemas y cuidamos lo que amamos.
Desde pequeñas, muchas sentimos ese llamado a cuidar. Recuerdo que tenía 15 años y aún estaba en el colegio cuando, junto a mi amiga Soledad, sentimos una inquietud profunda: veíamos cómo, a diario, se botaban al basurero montones de hojas impresas, papeles que podrían tener otro destino. En ese tiempo, “reciclar” era una palabra nueva, poco conocida, pero cuando supimos que existía la posibilidad de darle nueva vida a esos papeles, algo se encendió en nosotras.
Decidimos comprar basureros para todas las salas de clases y pedir que allí solo se botaran papeles. Al terminar la jornada, nosotras mismas nos quedábamos a recogerlos, guardarlos en un clóset y, al final de la semana, llamábamos a un camión que venía a retirarlos. Lo hacíamos sin esperar nada a cambio, pero con lo que reuníamos comprábamos árboles pequeños que luego íbamos a plantar a una escuelita en Curacaví. Hoy miro hacia atrás y veo que ese gesto contenía una semilla que sigue creciendo en mí: la certeza de que el cuidado también se aprende, se contagia y se transforma en acción.
Hoy, como profesora de yoga, reconozco que esa conciencia se ha profundizado. El bienestar no es solo físico, es una forma de estar en el mundo.
Cuando una mujer se cuida, respira con presencia, se alimenta con respeto, escucha su cuerpo y su entorno, está generando un acto de coherencia y amor que alcanza a los demás y a la Tierra misma.
Esta conexión con la Madre Tierra la encarnan muchas mujeres poderosas que inspiran desde la acción, mujeres a quienes admiro:
Jane Goodall nos enseñó la compasión por los animales; Greta Thunberg alzó su voz ante la imperiosa necesidad de promover acciones inmediatas para reducir las emisiones de carbono; Liesbeth van der Meer lideró la protección de nuestros océanos y su biodiversidad desde Oceana; y Suzanne Wylie promovió la regeneración de nuestros bosques con Reforestemos Patagonia. Todas ellas, desde sus distintos caminos, nos recuerdan que cuidar la naturaleza es cuidar lo humano, lo que somos en esencia.
Como mujeres no solo traemos vida: sostenemos, restauramos, regeneramos. En nosotras habita una sabiduría ancestral que se despierta cada vez que elegimos habitar nuestro cuerpo con presencia, nuestra mente con conciencia y nuestros actos con amor.
No venimos al mundo solo a sobrevivir. Venimos a cuidar, a sanar, a ser puente entre generaciones y territorios.
La sostenibilidad no es una moda, es un camino de regreso a lo esencial. Somos parte del tejido vivo de la Tierra. Es hora de recordarlo, honrarlo y vivir de acuerdo con esa verdad.