COLUMNISTAS

NI EL VELO NI EL MIEDO: EL CORAJE DE SER MUJER EN IRÁN

POR MARIANNE SCHMIDT

21 de agosto de 2025

Mientras miraba con horror al igual que el resto del mundo los bombardeos entre Israel e Irán me preguntaba qué fue de las mujeres que protestaron masivamente en el país persa con el fin de obtener libertades tan básicas como salir a la calle con su pelo al viento.

En medio de este clima bélico recordé la tensión interna que existe desde hace muchos años en ese alejado país. La lucha que aún llevan adelante en la clandestinidad o públicamente un alto porcentaje de las 43 millones de mujeres que viven allí.

En occidente poco sabemos de ellas. Nos imaginamos a musulmanas con vestimenta holgada que cubren sus brazos y piernas como también su cabello tapado con un pañuelo o hiyab como expresión de su fe e identidad. Sí, así es, pero creerían si les cuento que hasta el año 79 las mujeres persas usaban mini falda, eran influyentes en la sociedad, con amplios estudios universitarios, ocupaban los mismos puestos de trabajo que los hombres e incluso participaban en el ejército. Lamentablemente, eso terminó con la llegada de los Ayatolás al poder, es decir, un gobierno religioso radical chiita. Los derechos de las mujeres se restringieron al máximo.

Hasta hoy la llamada “policía de la moral” las fiscaliza diariamente de que cumplan con el código de comportamiento y vestimenta en público. Si alguna no lo hace tal como este régimen teocrático interpreta la sharia o ley islámica, arriesgan multa, latigazos, cárcel y hasta sus vidas. Pese a ello, hay muchas que con gran valentía desafían esas restricciones para gozar -aunque sea por unos minutos – de los aires de libertad.

El punto de inflexión del malestar de las iraníes fue la muerte de la joven kurda Mahsa Amini en 2022 mientras era custodiada por la policía de la moral por llevar “mal puesto” el velo islámico en su cabeza.

La muerte de Mahsa Amini desató una ola de indignación que llevó a miles de mujeres a las calles de Irán, donde se quitaron el hiyab y se cortaron el cabello como gesto de protesta. Esta valentía inspiró a iraníes en el extranjero y generó apoyo internacional. Así nació el movimiento Mujeres, Vida, Libertad, basado en la resistencia pacífica. Sin embargo, la represión fue brutal: más de 500 muertos, 22 mil detenidos, amenazas a familias, torturas, violaciones y muertes disfrazadas de suicidios, según reveló un informe reciente de la ONU.

La mano dura también se aplicó a los hombres que las apoyaron en las marchas. Muchos fueron detenidos y algunos ejecutados. Una temida persecución que no cesa, de hecho, el gobierno lanzó una campaña nacional llamada Plan Noor o Plan Luz que aumentó los patrullajes, la seguridad a pie o en motocicleta para hacer cumplir la obligatoriedad del uso del velo en las mujeres.

En 2023, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a la activista iraní Narges Mohammadi, quien recibió la noticia desde la cárcel, donde cumple más de 12 años de condena y 154 latigazos por su rol en las protestas. Periodista y defensora de derechos humanos, ha sido perseguida durante años. Sus hijos, Ali y Kiana, recogieron el premio en Oslo y leyeron un discurso que su madre logró enviar desde prisión, donde calificó al régimen iraní de tiránico y misógino, y expresó su fe en que el pueblo superará la represión. El público la ovacionó de pie.

Si nosotras acá ansiamos la paridad en varios ámbitos, en Irán en pleno siglo XXI exigen la eliminación de ciertas restricciones para que respeten su dignidad y derechos humanos.

La lucha de las mujeres iraníes va mucho más allá del velo. Exigen el fin del matrimonio infantil —permitido desde los 13 años— y la libertad de elegir su destino sin imposiciones familiares. También reclaman derechos tan básicos como asistir a un estadio sin disfrazarse de hombre o acceder a más oportunidades laborales, acordes a su alto nivel educativo y deseo de independencia.

Insisto. No se trata sólo de un velo en sus cabezas por una fe que ellas respetan, se trata de alcanzar libertades básicas, de que se les respete su dignidad como ser humano, de que se les respeten sus derechos humanos.

Sabemos que una mordaza invisible busca silenciar sus voces, pero las iraníes no cederán. Y por eso que esta columna busca mantener presente esta lucha que requiere de muchísima valentía y profunda admiración porque ellas día a día están arriesgando sus vidas.

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