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ECONOMÍA & FINANZAS
GASTOS HORMIGA: UNA AMENAZA A TUS FINANZAS
POR MARÍA BELÉN CERDA
16 de septiembre de 2025
A simple vista, un cafecito barato, un gloss o ese top lindo que “no estaba en los planes pero estaba demasiado económico para dejarlo pasar” parecen compras inofensivas. Son pequeños lujos que endulzan el día y funcionan como un regaloneo a nosotras. Sin embargo, cuando se repiten con frecuencia, estas compras impulsivas pueden convertirse en una fuga silenciosa de tu presupuesto.
Lo que comienza siendo una excepción se transforma en hábito: esa salida rápida por un café de $3.000, un esmalte “porque estaba en descuento”. Individualmente, ninguna de estas decisiones suena alarmante, pero sumadas mes a mes representan una cifra que podrías destinar a un ahorro, una inversión o incluso un gasto realmente importante.
POR QUÉ CAEMOS EN LA TRAMPA

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Psicológicamente, estos gastos generan gratificación instantánea. Es más fácil justificar un pequeño lujo que una gran compra, porque sentimos que el impacto es mínimo. Además, las ofertas y las compras por impulso activan el sistema de recompensa de nuestro cerebro: una sensación de bienestar inmediata que no siempre consideramos en el contexto de nuestras metas financieras.
CÓMO CONTROLAR TUS GASTOS HORMIGA
- Haz un registro consciente: Durante un mes, anota cada gasto pequeño. Al final, suma el total. Verlo en cifras es el primer paso para tomar conciencia.
- Crea un “fondo de antojos”: Destina una cantidad fija mensual solo para esos gustos. Así puedes disfrutarlos sin poner en riesgo tu presupuesto general.
- Aplica la regla del 24 horas: Si no es algo urgente, espera un día antes de comprar. Muchas veces el deseo pasa y evitas una compra innecesaria.
- Evalúa el valor real: Pregúntate si esa compra aporta algo duradero o si solo responde a una emoción momentánea.
- Aprovecha recompensas y descuentos inteligentemente: Si vas a consentirte, hazlo de forma estratégica, usando promociones que realmente sumen a tus finanzas.
UN PEQUEÑO LUJO NO ES EL ENEMIGO

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No se trata de eliminar todas las gratificaciones diarias. Al contrario, darse gustos es importante para la salud emocional y el equilibrio personal. La clave está en la moderación y la planificación. Controlar estos gastos no significa vivir con privaciones, sino ser consciente de cómo cada “migaja” suma (o resta) en el panorama general de tu economía.