Together In Life o Juntos en la Vida es el nombre de esta tendencia, en la cual no se cuestiona en lo absoluto la existencia del amor, ya que se trata de relaciones con un sólido compromiso afectivo. No obstante, las personas eligen simplemente no convivir.

Si bien a algunos puede gustarles y, obviamente, a otros no, el hecho de vivir juntos sigue siendo un gran tema. Es más, un alto porcentaje de las relaciones amorosas fracasa por no poder compatibilizar este aspecto. Ahora, esas parejas podrían darse una segunda oportunidad. Porque, aunque resulte sorprendente, la convivencia no es algo tan trascendental para todas.

Muchas veces las personas deben vivir separadas, y no por imposición, sino por elección. Pese a ello, en nuestra sociedad aún asumimos que, cuando esto sucede, es porque estamos frente a una relación en crisis o una separación definitiva. Sin embargo, esta nueva alternativa ofrece una oportunidad: para muchos, esta es la solución.

Esta nueva modalidad va en aumento en distintas partes del mundo y, sobre todo, cuestiona la idea tradicional de que convivir es un paso obligatorio al establecer una relación amorosa. Quienes siguen esta alternativa, en cambio, validan el distanciamiento físico como una forma de fortalecer los vínculos afectivos y mantener la individualidad.

Lo mejor de esta corriente es su practicidad. Hay parejas que deciden no convivir por motivos logísticos, como trabajos en distintas ciudades o hijos de relaciones anteriores que no quieren exponer. Otras lo hacen por priorizar la intimidad y la autonomía individual, manteniendo sus rutinas y costumbres. Sin embargo, para que esta modalidad funcione, es fundamental contar con una comunicación transparente, clara y honesta, así como también con un alto grado de madurez emocional y confianza mutua. Toda esta combinación de atributos es vital.

En un mundo donde las formas de amar evolucionan constantemente, las parejas TIL demuestran que no existe un único camino hacia el compromiso y la felicidad. Quizás amar no signifique necesariamente compartir una casa, sino elegir libremente al otro cada día. Tal vez ha llegado el momento de dejar de mirar con desconfianza lo diferente, y empezar a entender que el amor no siempre necesita una cama compartida, sino una visión común de vida, aunque sea desde distintos espacios.